2.14.2013

El derecho a ser Pintor.


García, Velázquez, Sáenz y Rulfo. Foto: Benjamin Flores

"El derecho a ser pintor", Blanca González Rosas.Revista Proceso, 03 de diciembre de 2012.


MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con una notable discreción en lo que respecta a la difusión institucional del evento, el pasado jueves 29 de noviembre se inauguró la XV Bienal de Pintura Rufino Tamayo en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo en la Ciudad de México. Una edición polémica que debió realizarse en 2010 y la cual, cubierta por la incertidumbre de su continuidad, se aplazó para 2012 gracias a la exigencia de aproximadamente 200 pintores.
Las circunstancias de opacidad y simulación que han rodeado este evento no sorprenden, ya que reiteran las características de la administración de las artes visuales bajo el régimen del presidente saliente, Felipe Calderón.
Encargadas en 2010 de organizar la Bienal, Sofía Hernández y Magdalena Zavala –directora del Museo y coordinadora nacional de Artes Plásticas, respectivamente– fueron sustituidas en 2011 por Carmen Cuenca y Fernanda Matos; esta última, a su vez, fue sustituida posteriormente por Mónica López Velarde. Cambios que tampoco sorprenden debido a que la movilidad de funcionarios culturales fue común durante todo el sexenio.
Conscientes de sus derechos como ciudadanos-artistas, cuatro pintores han asumido una interesante defensa de la bienal que, inclusive, la rebasa, al incidir en la gestión gubernamental de las prácticas pictóricas. Convencidos de los beneficios en creatividad, conectividad, legitimación y circulación que genera un evento periódico especializado, Teresa Velázquez, Inda Sáenz, Pablo Rulfo y Ulises García Ponce de León han solicitado a Cuenca la posibilidad de participar en la organización de las discusiones sobre la reestructuración de la bienal.
El planteamiento de estos pintores es acertado y se basa en dos premisas principales: la definición de la Bienal de Pintura Rufino Tamayo como Patrimonio Cultural y el derecho ciudadano a ejercer las prácticas pictóricas como una profesión. El primer punto se sustenta en la importancia artística de Tamayo y en el acervo del museo, el cual es la única colección pública de arte internacional que existe en el país. Críticos y reflexivos, los cuatro pintores consideran que, en la actualidad, las colecciones permanentes de los museos se encuentran “secuestradas” por los funcionarios y curadores quienes, en su mayoría, benefician las prácticas posconceptuales vinculadas con el mercado.
El derecho a ejercer profesionalmente como pintor es un concepto interesante, que abarca a la educación artística, la exhibición museística, el diseño de políticas de legitimación internacional y el diseño de programas que construyan y dinamicen el mercado interno y externo.
Atentos a la exclusión y discriminación oficial de la pintura, proponen que cada museo integre por lo menos 50% de piezas pictóricas en cada ciclo expositivo. En lo que corresponde a la adquisición de obra por las instituciones, sugieren que las transacciones se realicen directamente con los creadores para apoyarlos, y evitar la opacidad de las ganancias y/o comisiones entre intermediarios. En cuanto a los eventos que requieren jurados o los proyectos asignados por invitación, exigen que se normen y transparenten los procedimientos de selección y los presupuestos otorgados.
Interesados en abrir la discusión a diferentes sectores, incluyendo artistas, estudiantes, promotores, patrocinadores, estudiosos, coleccionistas y público admirador de la pintura, los cuatro pintores invitan a sumarse a la defensa por el derecho a ser pintor.